10.9.13

11 de septiembre en Catalunya o la esperanza de un pueblo




Mañana y desde hace meses se ha convocado a catalanes, catalanas, sus afines, sus perros y sus gatos a salir a determinadas calles (que cubren nada menos que 400 km) a tomarse de las manos como una señal pacífica y democrática por la independencia de las tierras catalanas: Para ser exactos, como petición de un referéndum en el que l@s ciudadan@s de Cataluña puedan expresar su deseo de pertenecer a España o formar un país independiente.

Puede que mucha gente esté en contra, que hayan quienes prefieran lo viejo conocido que lo nuevo por conocer, pueden haber muchas maneras de pensar acerca del tema (he ahí la importancia de un referéndum) sin embargo, hay algo que no se puede ocultar… o seamos claros, hay que tener muy malas intenciones para ocultarlo. 

Se trata de esa felicidad que transmite el optimismo, la esperanza no se puede ocultar

Durante las últimas dos semanas se han organizado pequeñas réplicas en diferentes países alrededor del mundo, 116 para ser exactos (la lista se puede leer aquí http://catalanassembly.org/international-catalan-way/?ord=alpha#citylist) y si se quiere argumentar, los escépticos podrían decir que muchas de ellas contaban con escasos participantes, como es el caso de la foto de la cadena en el Everest… pero ya es muy fuerte que haya una cadena en pleno Everest. Además yo me pregunto ¿Cuántas actividades tienen ésta capacidad de convocatoria? (por cierto, Londres tuvo 800 participantes).

Todos aquellos que creen en la independencia de su tierra, podrían pasarse el día quejándose, enfocados en todo lo que va mal, decaídos, acabados… sin embargo, prefieren la otra opción, la lucha, la esperanza, la vida… y salen en familia, en grupos de amigos, solos. En días preciosos que más valdría pasar en la playa, en días de lluvia que sería mejor quedarse en casa con una taza de chocolate caliente. Viajan kilómetros solo por una foto o un vídeo, como el caso de la familia que conocí en la cadena que se hizo en Praga, ellos viajaron desde Liberec (a 110 km de Praga) una noche de sábado, con los hijos, nada más que para participar en la cadena.


Se han organizado grupos que a pesar de la crisis, han puesto de su propio bolsillo y a fondo perdido, para hacer pancartas, han puesto objetos personales, conocimiento, tiempo… todo al servicio de una comunidad invisible que no existe en los medios de comunicación extranjeros, pero está ahí, respirando la ilusión del día de mañana.

Soy de un país donde las manifestaciones públicas terminan siempre en heridos y atentados contra la propiedad privada, por eso me sorprendió participar de una, que parecía una comunidad hipie entre los espontáneos que cantaban en las calles, los niños que jugaban por doquier y los ancianos que solo de cuando en cuando aceptaban tomar asiento.

La esperanza que se respira, hace tanto bien… sobre todo en medio de las crisis y las guerras sin sentido. Tal vez deberíamos todos tomar ejemplo de los catalanes y su pacífico modo de actuar.

No sé si en el caso de un referéndum ganaría el no o ganaría el sí, solo sé que en caso de referéndum ganaría la democracia y esa siempre es una buena noticia para todos los pueblos del mundo.

1.9.13

Identidades que se suman



Los argentinos nos suelen decir “bolitas” con un tono despectivo, ya que los bolivianos somos en general de baja estatura y cuando salimos de nuestro “ecosistema” engordamos un montón a base de comida chatarra.
Sin embargo, el término “bolita” me resulta gracioso, si tenemos en cuenta que una palabra, es -y no puede ser más que- una palabra, la tomo como nombre de guerra y ya que vivo fuera de mi país, me declaro a mí misma “COSMOBOLITA”.

En septiembre cumpliré 8 años fuera de casa, largos años aprendiendo de culturas ajenas y amoldando mi alma, no siempre me ha sido fácil ser extranjera, a veces, sobre todo durante los primeros años, me negaba rotundamente aprender catalán. Pensaba que yo vivía en España y que me bastaba el castellano. Pero era un argumento que no se sostenía solo, no bastaba mi castellano, cada vez que abría la boca tenía que utilizar palabras ajenas a mí, puesto que -en mi vivencia- nadie se tomaba el esfuerzo de entender que quería decir cubo, cuando decía balde.

Era complicado para mí misma tener que ceder con la cultura española aquello que le negaba a la catalana, viviendo en Cataluña…. Entonces, tuve mi epifanía… y pensé, si para mi es importante mantener mi acento mi manera de expresarme a lo boliviano… no vaya a ser que aprendiendo a hablar catalán pueda conservarlo mejor… no vaya a ser que dejando de luchar, la batalla se termine… no vaya a ser que las identidades se sumen y si me relajo, me convierta en una especie de canal de Panamá de culturas.

Y entre tantas revelaciones decidí abrir mi corazón a los catalanes al punto que ahora me considero abiertamente una catalana de origen boliviano.

Podría pensar que a partir de ahora, todo queda resuelto… pues no… al destino le gusta jugar con mi cabeza, desde hace unos meses he cambiado mi residencia y ahora vivo en Praga ¿qué seré ahora? ¿Una checa, catalana, boliviana? ¿O partir de ahora debo borrar el “catalana” de mi currículo? Supongo que esto último es tan absurdo como pensar que en el aeropuerto de Barcelona, dejé junto a las botellas de litro los recuerdos de 7 años de mi vida, 7 años que he pasado en Barcelona.

Legalmente no soy ciudadana del mundo, conservo de mis orígenes bolitas el pasaporte que no me permite moverme con la libertad que quisiera, pero mi corazón abraza todas las culturas que voy conociendo, porque he comprendido que las identidades no se asesinan entre ellas, las identidades se hacen espacio y conviven en armonía.