La señorita que recoge las entradas del cine me explica en un perfecto
inglés que no se puede comer dentro de la sala, paso los siguientes minutos
tratando de engullir el helado que tengo conmigo para poder elegir un buen
asiento. La sala en la que se proyecta la película que quiero ver, es pequeña y
las entradas no están numeradas, cuando consigo entrar, ya se han sentado casi
todos los que como yo, esperan que empiece la película.
Esa pequeña tardanza es la que me da la oportunidad de dar una mirada rápida
a la sala, buscando un asiento libre que sea de mi agrado… me impacta mirar una
sala mayoritariamente femenina; encuentro 9 mujeres solas, 4 parejas y solo dos
hombres solos, mientras me siento intento recordar cuál era la configuración de
los espectadores de Star Trek. Podría simplificar la historia diciendo que, es “natural” que los hombres
no prefieran esta película entre las ofertas del día, ya que no hay
testosterona ni el súper héroe de turno salvando el mundo… pero sería demasiado
fácil, prefiero señalar en hecho sin hacer mayores comentarios.
Mientras transcurre la película maldigo mentalmente el nivel de inglés que
tengo ya que pierdo alguna que otra broma -los subtítulos en checo no me
ayudan- y perder un par de bromas en una película dónde lo importante es el
diálogo es cosa seria, sin embargo sobrevivo y entiendo mucho más de que estoy
dispuesta a aceptar.
Poco a poco sucede que ya no estoy en la pantalla grande, no tengo la sensación de ser la
protagonista como me había sucedido en “Before sunset” ni tampoco quiero tener
la vida de la protagonista de “Before sunrise” a medida que la historia se
desarrolla, tengo miedo de convertirme en Celine, estoy a favor de todos los
argumentos de Jesse… y sin embargo, la comprendo perfectamente…
Y sus temores son los míos, lo que ella siente es una de mis pesadillas… porque,
partamos de éste punto: imaginemos por un momento que no es tan importante lo
que sucede como lo que se vive, la manera de interpretar nuestra propia
realidad. Entonces golpeo de frente con mis dudas, la doble jornada, el
renunciar a los objetivos personales para poder construir una vida en pareja,
la maternidad como trampa en la que se pierde la individualidad… todas, en mi
caso, dudas teóricas, ya que no soy madre.
Durante 109 minutos no tengo la impresión de estar en el cine, tengo la
sensación de ser una espectadora de la vida… ¿para qué intentar guiar a otros a
través de los sentimientos que me evoca mirar estas películas, cuando podrían apreciarlas
de primera mano? Me queda decir que la trilogía de los “Before” me ha permitido
experimentar un viaje vertiginoso dentro
de mis propias experiencias: Yo fui Celine, tuve una juventud alocada,
romántica y feminista. Fui Jesse intentando madurar uniendo caóticamente romanticismo
y pragmatismo… puede que ahora me corresponda ser ambos para poder comprender todo
es efímero y que debemos aprender a ser felices con esta vida que se escapa
como agua entre los dedos mientras intentamos -inútilmente- aferrarnos a todos
los conceptos e ideas que tenemos de cómo debe ser la felicidad.